¿Hasta qué punto el objeto mostrado se refiere a un mundo mejor?

El obje­to de esta foto es la nota con la ins­crip­ción “¡Her­man­dad! Esta nota fue col­ga­da en un bar en Erlan­gen. La foto fue toma­da en el Día Inter­na­cio­nal de la Mujer de este año. Para mí, el obje­to sig­ni­fi­ca la soli­da­ri­dad entre las muje­res, que a menu­do no es un obje­to en la socia­li­za­ción “nor­mal” como la cono­ce­mos de la socie­dad mayo­ri­ta­ria. El hecho de que este peda­zo de papel cuel­gue en públi­co y ten­ga un lugar en él sig­ni­fi­ca para mí que algo podría cam­biar en el futu­ro. Una idea que ocu­pa el espa­cio. La “cuar­ta ola del femi­nis­mo” abar­ca muchos temas nue­vos que no fue­ron reco­no­ci­dos ante­rior­men­te, como el tema de la soli­da­ri­dad entre las muje­res. Esta foto tam­bién ilus­tra mara­vi­llo­sa­men­te el res­plan­dor y la atrac­ción de este tema. Las dos jóve­nes se giran hacia el obje­to y esti­ran el puño. Tie­ne un efec­to alen­ta­dor en las muje­res para que se sien­tan pode­ro­sas y fuer­tes jun­tas y no se sien­tan resen­ti­das entre sí y se man­ten­gan peque­ñas.

Así es como imagino un mundo mejor:

En una uto­pía de igual­dad de géne­ro, por supues­to no impor­ta­ría quién es de qué géne­ro y aún mejor: qué color de piel. Por­que uno de los temas que abor­da la “cuar­ta ola del femi­nis­mo” es la idea del femi­nis­mo inter­sec­cio­nal. Des­pués de todo, no sólo las muje­res blan­cas deben expe­ri­men­tar la jus­ti­cia, sino todas las muje­res: Muje­res negras, muje­res de color, muje­res trans, etc. Lamen­ta­ble­men­te, estas muje­res se ven cada vez más afec­ta­das por la dis­cri­mi­na­ción sexis­ta y la agre­sión sexual. Al final, la par­ti­ci­pa­ción social y el poder se dis­tri­bui­rían equi­ta­ti­va­men­te entre todos los círcu­los y estra­tos socia­les. Lo que cuen­ta es sólo el ser humano y no sus ras­gos gené­ti­cos, para los cua­les, por cier­to, nadie pue­de hacer nada.

Cómo me ima­gino mi pro­pia vida en la uto­pía sólo pue­de des­cri­bir­se, por des­gra­cia, en lo que NO sería.

Las muje­res no ten­drían la sen­sa­ción de ser infe­rio­res por­que son del sexo “opues­to”.
Las muje­res no se redu­ci­rían a su apa­rien­cia.
No se sil­ba­ría a las muje­res en públi­co ni se las toca­ría inmo­ral­men­te.
“Zorra” no sería una pala­bra sucia para difa­mar a las muje­res.
Las muje­res no ten­drían mie­do de ir a casa por la noche por­que viven en una cul­tu­ra de vio­la­ción.
Las muje­res no expe­ri­men­ta­rían vio­len­cia sexual en las rela­cio­nes, en su entorno per­so­nal o en su vida pro­fe­sio­nal.
Las muje­res no sufri­rían vio­len­cia domés­ti­ca ni serían víc­ti­mas de femi­ci­dio.

Por últi­mo, lo que en últi­ma ins­tan­cia dis­tin­gue a la dis­cri­mi­na­ción es que los afec­ta­dos desean que cier­tas cosas NO suce­dan. Y en este cua­dro, creo, se sugie­re la com­pen­sa­ción de uno de estos défi­cits infi­ni­tos. La soli­da­ri­dad entre las muje­res.

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