¿Hasta qué punto el objeto mostrado se refiere a un mundo mejor?

Para mí, las nubes son sim­bó­li­ca­men­te una ima­gen, un lugar y una con­tra­par­ti­da que apun­ta a un mun­do mejor para mí. Las nubes hacen visi­ble la reno­va­ción, como lo repre­sen­ta el ciclo del agua. Las nubes, que en días cla­ros con mucho sol no están allí en abso­lu­to y lue­go len­ta­men­te y sin mucha aten­ción se jun­tan y se vuel­ven bru­mo­sas, gota a gota se lle­nan más y más de agua y lue­go bai­lan a tra­vés del cie­lo, traen la llu­via, en el calor tam­bién las tor­men­tas eléc­tri­cas, sólo para des­apa­re­cer de nue­vo des­pués. Y reapa­re­cer de nue­vo.

Así es como imagino un mundo mejor:

Para mí, una uto­pía es en reali­dad un lugar inal­can­za­ble que sólo exis­te en mi ima­gi­na­ción. Pien­so de for­ma bas­tan­te pesi­mis­ta y sigo la visión cien­tí­fi­ca de que no tene­mos futu­ro como huma­ni­dad debi­do a la des­truc­ción que hemos cau­sa­do. Y este final está muy cer­ca.
Mi ins­tin­to es dife­ren­te. Cuan­do leo que una espe­cie ani­mal que ya se con­si­de­ra­ba extin­gui­da está tenien­do des­cen­den­cia de nue­vo, ten­go la sen­sa­ción de que ten­go espe­ran­za, y esta sen­sa­ción de espe­ran­za es un pen­sa­mien­to utó­pi­co para mí.
Me ima­gino un mun­do mejor de tal mane­ra que no abo­la­mos nues­tro mun­do (o par­tes de él, como ya ha suce­di­do en muchas visio­nes), sino que lo per­ci­ba­mos de mane­ra dife­ren­te a como lo per­ci­bi­mos aho­ra, vien­do todo lo que nos rodea (y espe­cial­men­te a noso­tros mis­mos) como ili­mi­ta­do y conec­ta­do entre sí y con­ce­dien­do a cada indi­vi­duo el dere­cho a exis­tir, a cada nube y a cada árbol, al vaso en nues­tra mesa y a los ali­men­tos que come­mos y a noso­tros mis­mos. Nos expe­ri­men­ta­ría­mos a noso­tros mis­mos en una gran red entre­la­za­da, que nos ayu­da­ría a vivir en y con este mun­do y no des­de él.
Ima­gino una for­ma de asen­ta­mien­to en la que no habría dis­tin­ción entre ciu­dad y cam­po, sino ciu­da­des coro­na­das con plan­tas y árbo­les (en los teja­dos y bal­co­nes), con lagos y bos­ques en el medio. No habría esca­pa­to­ria de las ciu­da­des hacia una vida cam­pes­tre román­ti­ca, por­que toda la tie­rra sería vis­ta des­de el exte­rior en el uni­ver­so, por así decir­lo, con una vis­ta des­de el exte­rior, y así sería agra­da­ble para los habi­tan­tes* de todas par­tes, en todos los luga­res.
En esta vida ideal y utó­pi­ca tam­po­co habría sepa­ra­ción de las gene­ra­cio­nes, por­que vivi­rían jun­tas. Se abo­li­rían los via­jes cor­tos, por­que los via­jes ten­drían un esta­tus dife­ren­te y serían len­tos y lar­gos.
Lo utó­pi­co de esto es, sobre todo, que cada ser humano, ani­mal, ele­men­to de la natu­ra­le­za, enti­dad espi­ri­tual u otra dimen­sión sagra­da ten­dría su pro­pio dere­cho a exis­tir, agen­cia y dere­chos y no siem­pre ten­dría que defen­der­se de los demás. Yo mis­mo pin­ta­ría, escri­bi­ría, inves­ti­ga­ría, nada­ría y me sen­ti­ría como en casa en medio de mi vida entre mis padres ancia­nos y mi hijo en cre­ci­mien­to. Esto sue­na paté­ti­co y kitsch, pero este diá­lo­go emo­cio­nal incre­men­ta­do sería en reali­dad mi deseo para el futu­ro.

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